De Tapas
Esto de estar disponible y vacante resulta sumamente interesante, es agradable cuando todas las micros sirven y se puede flotar por los aires al ritmo de las corrientes o como anoche peregrinando entre los bares. Que entretenido hace mucho que no me daba ese lujo, las sorpresas en la noche son muchas, y las alternativas que provee la noche santiaguina diversas, incluso en una noche de jueves.
Todo partió en el hbh con cervezas y pizzas hasta que el maldito timbre anunció, sin previo aviso, que ya no se vendería más cerveza. Por suerte es solo cruzar la calle para encontrar un montón de opciones, lo más natural es el roka, el mítico compañero de carrete noventero, pero cruzamos al frente y terminamos en el club. Hace años que no entraba y fue hermoso tomarse un vinito al ritmo del jazz, porque no vendré más seguido a este lugar, pensaba. Llegamos tarde y claro, apenas una botella y se acabó la música y de vuelta a la calle y paonde ahora? Al bar de rene. Que contraste, salir del ambiente intelectualoide para llegar donde rene. Lo que en un comienzo es un antro infecto con música estridente, la cerveza lo fue transformando en un grato ambiente al ritmo de tambores embasados. Para cuando nos estaban echando ya me sentía como en casa, y claro, nos informaban que el boliche de la esquina estaría abierto por dos horas más…
Todo partió en el hbh con cervezas y pizzas hasta que el maldito timbre anunció, sin previo aviso, que ya no se vendería más cerveza. Por suerte es solo cruzar la calle para encontrar un montón de opciones, lo más natural es el roka, el mítico compañero de carrete noventero, pero cruzamos al frente y terminamos en el club. Hace años que no entraba y fue hermoso tomarse un vinito al ritmo del jazz, porque no vendré más seguido a este lugar, pensaba. Llegamos tarde y claro, apenas una botella y se acabó la música y de vuelta a la calle y paonde ahora? Al bar de rene. Que contraste, salir del ambiente intelectualoide para llegar donde rene. Lo que en un comienzo es un antro infecto con música estridente, la cerveza lo fue transformando en un grato ambiente al ritmo de tambores embasados. Para cuando nos estaban echando ya me sentía como en casa, y claro, nos informaban que el boliche de la esquina estaría abierto por dos horas más…
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